miércoles, 20 de mayo de 2009

Juárez y la Juventud

      “Pudo haber sido esto, pudo haber sido aquello, pero se le ama y se le odia por lo que es”.

Rudyard Kipling

En estos tiempos, la figura de Juárez es atacada a mansalva. Diestros francotiradores apertrechados, pugnan por hacer caer en el descrédito y olvido a uno de los hombres más lúcidos que ha esculpido nuestra Patria.

 Es pasmoso observar como la figura juarista se ridiculiza, al grado de ser un infamante apodo en las escuelas elementales. Por doquier se escucha la exclamación:- “¡Pareces Benito Juárez!”- , acompañada de carcajadas adolescentes. Con esto se socava la imagen de un hombre universal de raza indígena. Es, también, vergüenza y desprecio por nuestro pasado. Asimismo, la burla hacia Juárez es uno de los más relevantes logros de la derecha mexicana. Los libros de historia por una parte señalan las bondades de la ideología liberal, mientras que los antivalores confunden al educando.

Con base en este contexto, se gesta la adolescencia de los  mexicanos.

Como liberales, nuestros mayores empeños deben orientarse hacia desdramatizar a Juárez y dimensionarlo en su grandeza como ser humano, con virtudes y defectos. Porque Juárez, fue mexicano, demasiado mexicano y tuvo en sus raíces su orgullo y su mayor reto. En ello debemos depositar nuestros esfuerzos porque al demostrar lo anterior, encontraremos un pilar de nuestra identidad.

Solamente mensurándolo adecuadamente lograremos asimilarlo y hacerlo trascender; abriéndonos paso  en el sendero que nos marcó desde las alturas de su eterno sitial. Inmerso en la vorágine política durante más de 40 años, sin duda acumuló durante ellos una gran cantidad de hechos históricos controversiales en los que se vio involucrado de manera directa o indirecta. Empero, es la admiración a la persona, a los valores y a la fuerza interna que lo llevaron hasta el Olimpo nacional lo que debe guiarnos. La historia, es bien sabido que la escriben los vencedores y con el paso del tiempo, al llenarse de herrumbre y olvido los testimonios, comienza a entramarse el mito.  Es por ello preciso, desmitificarlo e instaurarle como un prototipo del liberal humanista, que es en donde ha obtenido  cálido cobijo en los corazones de todos los connacionales que aun albergan un poco de Patria en sus ideales. Es el arquetipo del hombre que se libra de sus cadenas y se sumerge a las profundidades de su propia conciencia, donde trasciende su soledad, para regresar, más mexicano que nunca, a  consolidar a la nación.

Son particularmente un modelo vivificante sus cualidades de hombre táctico y su forma de conservar el poder a pesar de las intrigas y revueltas hechas a su alrededor. Efectivamente, a ese hombre de hierro nada lo turbaba. Su presencia gravitante, incluso en el exilio o ahora que ha partido, supo  tolerar que  sus adversarios tergiversasen la verdad que expresó de palabra y acción y la convirtiesen en trampa para necios, o ver derruir la obra de su vida y  reconstituirla con la potencia manifiesta de sus decisiones y ejemplo.

Es Juárez al desnudo aquel que se proyecta en su relación tórrida, de huérfano, con la Virgen de Guadalupe. La más profunda manifestación de su mexicaneidad es aquella acción del 11 de agosto de 1859. Es también, la que nos abre las puertas al inefable corazón del pastorcito. Porque en todo ello, no se aprecian sino rasgos mexicanos. Reconozcámoslo como tal, como un ancestro, que como modelo de suprema perseverancia e inteligencia límpida, nos lo demuestra.

Empero, es la historia, rodeada de un contexto, es la contemplación de una estructura, lo que redondea su imagen.  No nos quedemos con consignas positivistas que resaltan la figura, el hombre y las acciones, ni con explicaciones institucionalistas que no terminan de esclarecernos el fenómeno. Vayamos a las estructuras.

En palabras de José Ingenieros  cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanado de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un ideal”, el cual en  la obra juarista, se revela como la consolidación de un Estado laico, soberano y libertario.

El papel del joven neomilenario apunta a recobrar tal idealismo y  a rescatar la ética de la alegría que inundaba las acciones de Juárez, su voluntad excepcional y el espíritu de niño pastor que redimió a su madre Patria, a su madre Tonantzin.

Se hace presente en la totalidad de su biografía juvenil, la fuerza del sincronismo latente con su destino, donde paratodo hombre que tenga una misión que haya de presentarse, la potencia y la necesidad secreta de esta misión trabajarán en sus destinos individuales y debajo de ellos, a manera de una preñez inconsciente, durante mucho tiempo, aun antes de que se haya dado cuenta de esa misión y de conocer siquiera su nombre. Nuestra vocación se enseñorea de nosotros, aun cuando no la conozcamos todavía, es el provenir quien señala las reglas de conducta a nuestro hoy”. Estas palabras proféticas son la flecha que direcciona las acciones, vivencias y esfuerzos de Juárez durante su gestación como paradigma de la identidad nacional.

Estamos también ante una de esas figuras que tienen tanta profundidad bajo la superficie y que permanecen impenetrables en el momento de la acción y a los que solo puede comprenderse con el tiempo” y es en estos momentos en que el pensamiento liberal menguado, cuando la voluntad e ideología juarista ha sido llevada a la inacción por las fuerzas oscurantistas omnipresentes, cuando se debe profundizar en el análisis, aprovechando el tamiz del tiempo y de los avances ideológicos, para  en verdad comprenderle, integrarlo y fundirlo para siempre en la argamasa de la idiosincrasia nacional.

Es preciso mostrar la fuerza de los ideales humanistas de Juárez a las juventudes modernas, abúlicas de ideología y esperanzadas en  poseer la verdad sin digerirla. Es derrumbar tabúes, combatir la apatía  y demás vicios que se avizoran complicados. Es necesario, romper con la vieja ideología, con el conservadurismo, tanto de izquierda como de derecha que anida en nuestro inconsciente colectivo, para permitir florecer, en todo su esplendor, la perenne acacia liberal.

 

 Es romper con tradiciones, con la vieja guardia, anquilosada y purulenta. Acabar con los dinosaurios, que extintos están pero aun hacen presencia fantasmagórica en esta tierra tan surrealista. Es necesario, abandonar el imperio surrealista e ilusorio que nos han construido y  analizar la esencia sobre las causas reales de las miserias sociales. Es también momento de aconsejar a los jóvenes para que ejerciten la razón y destruyan los engaños que van en contra del desarrollo de la inteligencia

Es reconocer que “somos en verdad distintos y en verdad estamos solos” y trascender tal concepto, para volver al centro de la vida de donde un día fuimos desprendidos. Es el tiempo de abrirle paso a la aurora y con ello desaparecer los fantasmas que impiden al joven mexicano integrarse de lleno con la ideología liberal, que lleva en la sangre.

Es cuanto!

 

F R A T E R N A L M E N T E

 Masón de Pants

Or.: de ___, a 23 de Noviembre de 2004, E:.V:.

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